Aunque nos cueste creerlo, una crisis personal puede ser un regalo espléndido para alcanzar niveles altos de conciencia. Aprendemos a aceptar ese presente, y nos sentiremos un ser renacido en el camino de nuestra maduración espiritual.
De las muchas situaciones de crisis que podamos vivir, imagina, por ejemplo, ésta: Una buena amiga se despierta una mañana con una nota en su almohada: Su esposo la ha abandonado por otra mujer. Aunque el matrimonio tiene sus altibajos y no atraviesa los mejores momentos, tu amiga está hundida ¿Por qué me ha pasado esto a mi? Se pregunta llorando. ¡Quiero que me devuelvan la vida de antes!.
Cuando las relaciones se truncan, como ocurriría en el caso hipotético de esta amiga, la idea de volver a unir las piezas rotas tan pronto como sea posible y recuperar la vida de siempre es más que tentadora. Sin embargo, si actuamos así, perdemos lo que una crisis puede aportarnos: la posibilidad de rectificar lo que no funciona bien en nuestra vida.
Esta es la naturaleza humana, evitar los conflictos emocionales porque creemos que minan el camino a la madurez espiritual. Sin embargo, si queremos crecer como personas, el viaje no puede ser corriente, sino extraordinario, como los vientos que llevan a los pescadores, las crisis son necesarias para transportarnos a un nivel más elevado de espiritualidad.
Un acontecimiento difícil en nuestra vida tras trastoque los cimientos y cuestione su finalidad es una oportunidad que, al principio, solo somos capaces de percibir como pérdida. Es sin embargo una ocasión para fortalecer el hilo de la conciencia que conecta el exterior de nuestro SER con el interior, y nos permite descender más hacia el alma. La práctica del YOGA nos ayuda en este proceso porque sirve para poner de manifiesto el funcionamiento de la mente, facilitando las herramientas necesarias para navegar por la crisis, aportando un gran avance en el camino espiritual.
Las crisis espirituales son transiciones: nos dejan entre dos mundos, como una serpiente que durante un periodo breve de tiempo permanece ciega después de mudar la piel, así estamos. No somos ni el de antes ni una nueva persona. Este sentimiento es todo un reto y puede manifestarse en cualquier área de la vida. Sin embargo hay que afrontar los cambios sin miedo, rehuirlos solo nos genera un cuadro de ansiedad, presión e insomnio que no nos deja vivir. La finalidad de las crisis espirituales consiste en calmarse y mirar directamente dentro del alma y hacer salir la ignorancia espiritual que golpea nuestro progreso.
La crisis puede revestir de múltiples formas: enfermedad o accidente, traición de un esposo o pareja, fallecimiento de un ser amado, la urgencia de iniciar psicoterapia o empezar un período de auto examen, el reconocimiento de una situación o relación poco saludable.
Esta pérdida del roll habitual en la vida nos obliga a dejar atrás, al menos durante un tiempo, un territorio familiar, lo que puede hacernos sentir desarraigado. Podemos contrarrestar esa inestabilidad y centrarnos con la ayuda del YOGA.
Gracias por permitirme compartir estos Minutos .Recuerda siempre: LO VALIENTE QUE ERES, EL PODER QUE TIENES, EL AMOR QUE MERECES, LA VIDA DE TUS SUEÑOS Y DIOS PROTEGIENDOTE SIEMPRE. Quien te Ama y camina contigo hacia la Luz…tu Elvia.
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